
“La importancia del entorno a la hora de elaborar el plan de acción”.
Haciendo un breve repaso a los anteriores episodios, donde primero hablaba de la importancia de la inteligencia emocional para el entrenador y después trataba el beneficio en el punto de partida, de expresar en positivo los objetivos, ahora doy paso a la confección del plan de acción.
Áreas como la alimentación, el entrenamiento, las valoraciones de aptitudes físicas de la persona y un largo etc., son claves a la hora de diseñar un plan de acción. En mi opinión, previamente a tratar estas áreas de vital importancia, el entrenador debe de realizar una indagación sobre el entorno de la persona, con el fin de tener el mayor conocimiento de este, pues marcará las pautas a que se desarrolle el proceso adecuadamente.
Hablemos pues, del entorno…
La mayoría de los entrenadores trabajan con personas que escogen realizar un plan de actividad física por ocio, salud, estética, relaciones sociales, etc., es decir, en su mayoría no viven de manera profesional de la actividad física o no tienen un objetivo que se asemeje a actividades u objetivos de alto rendimiento (cabe reseñar que en deportes profesionales y alto rendimiento es de importancia extrema también y la mayoría de profesionales tiene un coach personal que reenfoque continuamente su día a día), por lo tanto en gran mayoría nos enfrentamos a personas con tiempo reducido y un entorno que a veces no “rema a favor” de su objetivo y donde la actividad física es solo un complemento más en su vida. Es por ello, que ofrecer un programa standard sin valorar el entorno de esta persona (pareja, entorno familiar, trabajo, tiempo libre, y un largo etc., que conforma la vida en general de las personas), en mi opinión baja de manera importante las expectativas de éxito del objetivo marcado, pues encontrará “numerosos obstáculos en su vida diaria” para llevar a cabo su proceso y muy posiblemente abandonará, disminuyendo su autoestima notablemente.
No existe el entrenamiento ideal, sino el que mejor se adapte a la vida y entorno, introduciendo de manera progresiva las áreas de alimentación, diseño del entrenamiento y otras valoraciones físicas. Solo así, la persona se sentirá cómoda añadiendo actividad física a su vida, aumentará su motivación en lugar de verlo como una obligación, y muy posiblemente seguirá reordenando su entorno cada día, buscando que el entrenamiento sea cada vez más protagonista, hasta verlo no solo como algo cotidiano, sino una parte prioritaria de su día a día.
Por lo tanto, y resumiendo de la manera más cercana en una frase: “Para saber que puede dar de si una persona, hay que saber todo lo que le rodea y lo que carga a su espalda”. Es por ello que el buen entrenador, no solo se enfrenta a una planificación de la actividad física adecuada al objetivo de la persona que lo demanda, sino tener ese “sexto sentido” para preguntar e indagar sobre su entorno, generando confianza entre entrenador y entrenado, para una buena integración del plan de acción a su vida, haciendo que se desarrolle de manera motivante, y por el contrario, nunca generar un estado de estrés y ansiedad que lleve al abandono y fracaso.
Espero que haya servido de interés este capítulo. ¡Nos vemos en el próximo!
Un abrazo.